Reflexiones en el Día internacional de la Discapacidad
Siempre he pensado que en un mundo ideal no tendría que existir el día internacional de la discapacidad ni de la inclusión, y me pregunto también por qué y para qué sirve este día. Y me diréis pues para darle visibilidad a la gente discapacitada y la situación en la que se encuentran y blablabla, blablabla, blablabla.
Y está muy bien eso de dar visibilidad, pero ¿qué ocurre cuando se acaba el día? ¿Hemos solucionado los problemas de esta gente? Al día siguiente, ¿ya pueden moverse, oír, ver, entender? NO, no pueden. Y desgraciadamente la discapacidad va a seguir estando en un primerísimo plano en sus vidas. Sin embargo pasará a un plano inapreciable en la vida de los demás, de los que no tienen a alguien cerca (familiar ó amigo) con discapacidad, de los que están tan ocupados con su propia vida que no tienen tiempo para la de los demás, y esto no es para nada un reproche ni lo digo con acritud, lo digo porque es verdad. Nos pasa a todos, la vida nos come. Y cuando te das cuenta estás engullido.
Es por tanto, desde mi punto de vista, responsabilidad de las instituciones, de las empresas y de la ciudadanía, tomar conciencia de que hay una parte de la población que necesita ayuda, que esta parte no es solamente el discapacitado, si no también su cuidador (familiar o no), quienes necesitan sus apoyos y protección.
La Educación es la base de una sociedad civilizada
En el día internacional de la discapacidad, hablemos para empezar de educación. Sí, de EDUCACIÓN, la que hay que darle a nuestros niños y la que tienen que ver en nosotros, los adultos. Vamos a enseñarles que la diversidad existe y nos aporta muchas cosas buenas a nuestras vidas y experiencias. Vamos a enseñarles que hay gente que tiene capacidades distintas y a veces mágicas. Vamos a enseñarles que una silla de ruedas no come, que lo que importa está ahí, sentado esperando a que alguien se dirija a él ó ella, y deseando compartir sus cosas con nosotros. Y sobre todo vamos a enseñarles con nuestro ejemplo, vamos a reeducarnos para poder educar a nuestros hijos.
A las Instituciones, les solicitamos que cuenten con la comunidad de personas con discapacidad del tipo que sea para elaborar su planes de educación y ayudas para nosotros, que somos quienes vivimos el día a día de esta problemática. Formen a los formadores, ellos se van a encargar de nuestros hijos. No hay nada peor que dejar a tu hijo en manos de alguien que no es experto en discapacidad, aunque sea el mejor profesional del mundo y ponga su mejor intención. Los educadores no tienen formación ni medios para atender a nuestros hijos. Esto es una gran realidad. Podría poner docenas de ejemplos basados en mi experiencia personal con mis dos hijos.
Las Ayudas nunca son suficientes.
Hablemos también de ayudas, en una familia con una persona discapacitada, uno de los dos progenitores tiene que dejar su trabajo ó contratar a alguien que se haga cargo unas horas de su hijo, marido, padre, madre, etc… Las posibilidades de llevar una vida normalizada son remotas por no decir nulas, y dependiendo de las circunstancias del enfermo. Las medicinas son carísimas y en algunos casos no las subvenciona la sanidad pública, los aparatos para ayudas físicas cuestan un ojo de la cara, y es muy difícil tramitar después el pago con la seguridad social, te marean con papeleos y burocracia hasta que te cansas. Las terapias que necesitan estos enfermos son escasas y de difícil acceso. Mover a un discapacitado supone un gran esfuerzo físico y psicológico por parte del cuidador. Las personas con discapacidad física no pueden vivir en cualquier espacio, las ayudas técnicas tales como las sillas de ruedas, los aparatos para moverse dentro de casa, en la ducha, etc… requieren de adaptaciones de viviendas y espacios amplios que les proporcionen autonomía y comodidad, sin hablar de la instalación de ascensores ó rampas para poder entrar, en muchos casos, en sus propias viviendas.
La vida con discapacidad.
Hablemos pues, de discapacidad a diario, porque todos los días, nosotros, las personas con discapacidad nos enfrentamos a situaciones complicadas y extremas, todos los días tenemos que salvar barreras, afectados y familias , todos los días hay que hacer el gran esfuerzo de levantarse y afrontar la ardua tarea de vivir con dificultades. Los enfermos por padecer su enfermedad y los padres por ver a nuestros hijos en estas condiciones.
Y lamentablemente, todos los días hay alguien que aparca en una plaza reservada para discapacitados, todos los días hay alguien que no es capaz de entender lo que hay detrás de esa tarjetita que nos “concede” el sistema para poder aparcar. No es solo la tarjeta o sacar y guardar la silla en el coche, es todo lo que hay de lucha, de llanto, de esfuerzo, de capacidad de adaptación, de necesidad de comprensión, de querer cambiarle la enfermedad de tus hijos y la tarjeta a la persona que te quita la plaza de discapacitado, y desear con toda tu alma poder algún día aparcar lejos, muy lejos del instituto o del colegio para ver como tu hija viene andando hasta tu coche.
Hablemos en un día como hoy de poner todos los medios para normalizar las vidas de las personas que lo tienen más difícil, hablemos en el día internacional de la discapacidad de ayudas, de inclusión, de socialización, de amistad, de esfuerzo, de trabajo, de adaptación, de amistad y de Amor.
Porque no nos olvidemos de que todos, tarde o temprano, seremos probablemente hijos de discapacitados, o podríamos tener algún hijo con discapacidad, o nosotros mismos podríamos serlo en algún momento de nuestra vida.
Deja tu comentario
Debe iniciar sesión para escribir un comentario.